domingo, 2 de septiembre de 2018

La inglesa descolocada


Una cascarrabias de edad provecta y nacionalidad británica ha exigido daños y perjuicios a su agencia de viajes por haberla confinado en un hotel de Benidorm lleno de españoles.
Quizá creía, intoxicada por la prensa, que la provincia alicantina forma ya parte de la República de Cataluña y que, en consecuencia, catalana es y no española su población autóctona.
Esa actitud corre pareja a la aversión que  inspiran los turistas que proceden de Albión: ésos cuyo más vehemente deseo es el de hacer balconing en Magaluf, drogarse en Ibiza, armar jarana en la Barceloneta o hacer pis donde les pille.
Donde antaño hubo paraísos, hogaño todo es Averno.
Ande, olvídese del turismo, que ya no tiene edad para semejante trote, y quédese en su cottage haciendo calceta, tomándose un güisquito con mucha agua o añorando la época en la que usted y yo éramos jóvenes y en el mundo no había turistas de bermudas, chanclas y litronas.
El problema no estriba en que haya españoles, ingleses u hotentotes, sino en el número de cabezas  que balan y mugen en sus rebaños.

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