miércoles, 19 de diciembre de 2018

El acorazado Numancia

Esta es la historia de un buque que, probablemente, habría sido preservado y conocido si hubiese tenido un pabellón diferente al español. Pero, ya saben. Nada nuevo bajo el Sol.

Tenía 96,8 metros de eslora y 17,3 de manga. Su casco estaba protegido por una coraza de plumbeas planchas de hierro, que le protegía desde la línea de flotación hasta la cubierta. Contaba, además, con una artillería compuesta por 34 cañones lisos de 68 libras.

 Al poco de ser botada, la nave fue enviado por el Gobierno a América. En principio, la Numancia debía unirse a la Escuadra del Pacífico en una misión (supuestamente) científica.
Zarpó de Cádiz, y una vez en Sudamérica se vio envuelta en la guerra contra Chile, Perú y Bolivia. A pesar de que la batalla acabó en tablas, la fragata demostró sobradamente su capacidad. Llegó a disparar más de mil proyectiles y todos sus tripulantes sobrevivieron, tan solo tuvieron 16 heridos de diversa consideración.

Nada mal si se tiene en cuenta que durante el combate se estaba enfrentando a fortalezas terrestres que contaban con una capacidad de fuego muy superior.
Emprendió la marcha junto al resto de la Escuadra del Pacífico hacia Filipinas. Tuvieron que hacer escala en Tahití, donde pusieron las maquinas a punto. Tras pasar unos meses en la isla española, partía el 19 de enero de 1867 junto al resto de naves con dirección al Índico.
Sin embargo, poco después se solicitó que el acorazado pusiese rumbo hacia Río de Janeiro para fortalecer una dotación española ubicada en la zona. No pasó demasiado tiempo antes de que pudiese continuar su camino, que terminaría llevándolo hasta el puerto de Cádiz.

Para cuando llegó a la ciudad andaluza, el 20 de septiembre de 1867, el buque había recorrido unas 42.500 millas en un largo viaje que había durado más de dos años. Gracias a esta acción, se decidió grabar en la cámara del capitán el lema "In Ioricata navis quae primum terram circuivit" (en la nave acorazada que circundó la Tierra por primera vez).

En 1910 la ya veteranísima nave fue dada de baja. Pasó sus últimos días funcionando como estación flotante en la ciudad de Tánger. Un par de años después, la Armada la vendía para que fuese desguazada en Bilbao.
Nunca llegó al País Vasco. Hicieron falta mucho intentos para que la nave pudiese emprender la marcha desde África hacia el norte de España.
Terminó embarrancada en las proximidades de la pequeñísima localidad de Sesimbra (Portugal) el 6 de septiembre de 1916, donde la arrancaron su ya herrumbrosa armadura y dejaron el resto a su suerte.

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