miércoles, 28 de noviembre de 2018

Se desinfla LA CARAVANA



Me arrepiento de haber venido, sentencia derrotado William, un hondureño que forma parte de la caravana de 5.000 inmigrantes ubicada en Tijuana tras recorrer cerca de 4.500 kilómetros en apenas 45 días.
De unos 30 años, William participó en el intento de asalto a la frontera con EE.UU. el pasado domingo, cuando cientos de inmigrantes se lanzaron en masa para intentar sobrepasar a los agentes estadounidenses y mexicanos.

Pensé que nos iban a abrir las puertas de Estados Unidos, pero no fue así. De hecho, vi que tratar de entrar “en pelota” está muy peligroso y no quiero que mi hijo crezca sin padre, confiesa mientras hace fila para apuntarse en una lista de personas que desean volver a su país.

Lo cierto es que la actuación de los inmigrantes complica su situación en Tijuana. Miles de habitantes de la ciudad cruzan a diario a EE.UU., por lo que se vieron afectados tras la decisión de la primera potencia de cerrar por seguridad todas las garitas que dan acceso al país. Las imágenes de disturbios no ayudaron a mejorar la imagen de la caravana, más bien la empeoran.

Además, la alcaldía de Tijuana gasta 500.000 pesos al día (casi 20.000 euros) para alimentar y dar cobijo al numeroso grupo, dos factores que facilitan que crezca el descontento hacia ellos.


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