lunes, 12 de septiembre de 2016

"Sin manos" por New York


Todo comenzó unas semanas atrás preparando un viaje de prensa a Nueva York. Me dije, ¿por qué no probar un Tesla para saber qué se siente en primera persona?
Dicho y hecho: fue tan fácil como entrar en la web del fabricante y concertar una cita en tu concesionario más cercano. En nuestro caso, el que está situado en la West 25th, junto a la décima avenida.

Tras ajustar el asiento y los retrovisores, muevo una palanca situada a la derecha del volante y ya estamos listos para arrancar. Y la primera sorpresa llega en ese punto: a diferencia de los coches automáticos, este Tesla no se pone en marcha hasta que no pisas el acelerador.
Basta con buscar la palanca del control de velocidad, a la izquierda del volante, algo por debajo de los intermitentes y las luces, para que mis 13 años de carné de conducir se vuelvan irrisorios.
Con una doble pulsación de esa palanca, el coche entra en modo 'autopilot', comienza a conducirse solo y se inicia mi ínfima historia de terror. Porque durante los primeros segundos, el Model S en el que viajo decide que debe aumentar la velocidad y acelera por su cuenta hasta colocarse a una distancia prudencial de la furgoneta que tengo delante.

El coche es capaz de mantener la distancia frente al vehículo de delante, de detenerse cuando frena, de arrancar por su cuenta y de girar cuando nos acercamos a una curva para mantenerse en el carril.

¿Qué va a ser de las autoescuelas dentro de 30 años?
El vehículo viene equipado con cámaras, sensores y radares para ello, y lo muestra en el salpicadero, donde se puede ver el vehículo en el centro y a medida que hay otros coches alrededor se muestran marcas en la pantalla para tener presente dónde se encuentran esos obstáculos, ya sea justo a la derecha o enfrente, en la esquina izquierda.
La precisión de esos sensores es tal que a medida que te acercas a un coche o un muro, el color cambia, pasando de blanco a amarillo y luego a rojo, y es capaz incluso de indicar los centímetros a los que nos encontramos para evitar la colisión. Ideal para usuarios con garajes estrechos.

Por el momento, el coche es incapaz de reconocer un semáforo en rojo, por lo que no se detiene en un semáforo si no tiene un coche delante que lo haga. Además, Tesla recomienda que la conducción autónoma no se utilice en ciudad debido a la gran cantidad de "imprevistos" que pueden sacudir al conductor. 

"Aprovecha para pisar a fondo el acelerador cuando se ponga verde", me dice mi acompañante mientras, con el rabillo del ojo, observo cómo activa el ‘ludicrous mode’ en la enorme pantalla táctil que preside la consola central. Dicho y hecho, en menos de tres segundos nos hemos puesto a 100 kilómetros por hora con tal rápidez que mi cuerpo ha salido despedido hacia atrás como si me encontrara en un bólido.

De nuevo, se me escapa otra sonrisa tonta junto a algunos gritos de admiración al sentir los 772 caballos que ofrecen los dos motores eléctricos del modelo P90D que conduzco.

¿Cómo logra el Tesla una aceleración propia de un deportivo? El secreto está en un fusible inteligente, una mejora aplicada por los ingenieros de la marca que posibilita que los motores puedan gestionar un mayor flujo energético para que el vehículo se equipare a coches de cientos de miles de euros.

 JAUME ESTEVE.

4 comentarios:

  1. Eso es una maravilla. Me encanta conducir pero ese vehúculo te hace más facil los largos recorridos por carreteras.
    Lo único malo es que funciona a base de SENSORES y si se estropean, la torta está asegurada.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pedro, es una maravilla pero yo creo que aún tendrán que perfeccionarlo porque la seguridad de ese vehículo depende directamente de sus SENSORES, tal como indicas. Y si fallan algunos, ya es algo muy peligroso.

      Eliminar
  2. Por curiosidad, amigo Martín, ¿Cuánto cuesta el juguetico?

    ResponderEliminar